Uno de los grandes placeres que se pueden alcanzar con facilidad en todo Marruecos es el que proporciona la gastronomía. Aunque estamos habituados a reconocer el famoso cous-cous, el tagine, la pastela, etc. hay un impresionante recetario que permanece oculto en las cocinas marroquíes, y, por supuesto, chaueníes.
No se puede negar que la comida alimenta también por los ojos, y en ese sentido al deleite del paladar se une una riqueza cromática, una presentación y un colorido espectaculares. Únase a esto las mil experiencias que facilita al sentido del olfato y tendremos una composición magistral que se apoya en los sabores delicados y exquisitos que presentan los cientos de platos que nutren los repertorios gastronómicos.
La gastronomía es un reflejo del refinamiento de la cultura de una sociedad, y en Chauen, bajo la imagen de ciudad discreta y calmada, hay un festival en cada mesa La cocina chauení presenta un repertorio de recetas tradicionales que es la base para la innovación recreada por las cocineras y cocineros locales. Tanto para la alimentación cotidiana como para las ocasiones festivas hay un tratamiento básico de muy alto nivel, en buena medida posibilitado por la diversidad y calidad de los productos utilizados, generalmente de temporada.
Es una cocina orgullosa de si misma, de su carácter tradicional, de ser cocinada con carbón o en el horno de un hamman. Mientras que los almuerzos suelen ser más suculentos y fuertes (platos principales a base de carnes, verduras, pescados, etc.) por la noche, se cenan habitualmente comidas ligeras, normalmente compuestas de té, pan, miel o ftayar (pasta hecha a base de harina y aceite), sopa, arroz dulce y fideos o bouwdan (una receta local a base de pasta de harina).
Recuerde que es costumbre lavarse las manos antes de comer, y pronunciar la palabra bismillah (en el nombre de Dios) antes de empezar y Alhamdu lilah (alabado sea el Señor) al finalizar.