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La artesanía de lo textil

La confección es considerada el oficio artesanal más característico de la región de Jbala Ghomara en general, y de la ciudad de Chauen en particular. Su antigüedad se remonta de nuevo a la fundación de la ciudad, como demuestra la referencia a los tejedores de Chauen de León el Africano de 1502. Ha sido y es un referente en todo el país por su gran calidad, y sus formas originales, ya que hay prendas de producción exclusiva de Chauen.

Los tejidos chaueníes son expresión de una sociedad compleja, de sus pensamientos, de sus tradiciones y formas de vida. Sus posibilidades son enormes: se adaptan a las necesidades de la vida cotidiana o muestran un refinamiento excepcional. Y en ese mar de posibilidades reside buena parte de su importancia, como reflejo de la vida de una comunidad.

En esta actividad participan hombres y mujeres, en tareas que han estado tradicionalmente divididas. Las mujeres se encargan del trabajo de la lana, de su preparación, hilado, etc. y los hombres de la confección, que es exclusivamente masculina.

Mujeres con la rueca

En estos talleres (Draz) trabaja una buena cantidad de gente. Hablamos de más de 200 establecimientos hace unos cincuenta años, de los que solo quedaban operativos en la década de 1980 unos 100, y hoy no más de 50 que trabajen según la práctica tradicional. En un solo barrio había 80 talleres, de los que vivían unas 750 personas. Estos talleres solían tener una media de cuatro telares (Mramat), de manera que todos juntos superaban los 700. Si pensamos que en cada telar trabajaban 3 personas, el Maestro (Maalem), aprendiz (Metaalem) y compañero (Radad), calculamos que hasta hace no muchos años se dedicaban a los telares más de 2.000 personas. A esto hay que añadir los cientos de hombres y mujeres que trabajaban, y siguen trabajando, en su casa, preparando la materia prima o con pequeñas producciones de tejidos. En total, hablamos de varios miles de personas, lo que representaba un porcentaje importante de la población. En cambio, hoy en día el número de artesanos se cifra en unos 500.

Esto es así porque la enorme demanda que existía de tejido chauení en todos los mercados de Marruecos ha ido disminuyendo, a la par que se han introducido nuevos materiales y ha aumentado la competencia de productos de inferior calidad trabajados industrialmente, procedentes muchos de ellos de otras ciudades.

Esto hace peligrar la continuidad, no tanto de la actividad como de la tradición centenaria de los tejedores chaueníes, de un patrimonio excepcional que no puede desaparecer. Los veteranos maestros como Mohamed Mrini o Said Akar, que llevan toda su vida dedicados a los talleres, nos cuentan que la situación ha cambiado mucho.

Los maestros que dominan aspectos como la elaboración de la trama del telar casi han desaparecido, y con ellos cientos de años de tradición. El duro trabajo de los talleres, a cambio de un pequeño salario, ya no es atractivo para los jóvenes, y nadie quiere dedicar su vida a dominar, en un largo y duro aprendizaje, los diversos pasos de la producción: preparar las bobinas, el tinte, manipular el telar de madera, montar la trama en el telar, etc. Las estirpes familiares de artesanos tejedores se están extinguiendo.

Lo mismo ocurre con el trabajo femenino de la lana, ya que la dureza de jornadas interminables no está compensada por unos sueldos muy bajos. Una mujer puede llegar a ganar con suerte unos 100 euros al mes. Por eso, ahora la lana trabajada se importa de Australia o Nueva Zelanda.

También juega un papel importante la aparición del acrílico, un tejido suave y más barato. Con él se fabrican mantas de diferentes materiales. «En tres años, la calidad ha cambiado. Nos vemos obligados a fabricar dos tipos de calidades diferentes, una buena y otra media para hacer frente a los precios de otros comerciantes que venden una calidad inferior», nos cuenta el maestro Said Akar. En los comercios de la Medina, se pueden encontrar mantas de todos los colores posibles. A los colores tradicionales (beige, blanco, azul...), se unen otros, según la demanda: malva, verde manzana, amarillo.

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