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Los Banou Rachid

Al fundador de la ciudad, Ali Ben Rachid, le sucedió, tras su muerte en 1511, su hijo el Emir Ibrahim Ben Ali Ben Rachid, hombre de gran formación en el saber científico y religioso, con experiencia en las artes de la guerra y una fama de gobernante culto, cabal y justo, según sabemos por escritos portugueses, españoles y árabes. El Emir fue conocido en la época por su gusto por el lujo, los ropajes suntuosos, los muebles exquisitos y el cuidado de los buenos modales. Era también un gran seguidor de la música andaluza, sin la cual “el hombre no conoce la sensibilidad”.

Eran años de gran bienestar en Chauen en los que la población disfrutaba de una vida rica y tranquila. Por sus calles sonaba la música andalusí, y en las noches de los jueves se oían en las zaouïas los cantos a la gloria del profeta. A las mezquitas de la ciudad llegaban los mayores eruditos y cadíes de muchas partes del Islam, y en ellas se formaban los jóvenes chauenís en todos los conocimientos de la época, siendo la lectura una actividad obligada.

La experiencia del Emir Ibrahim en la guerra, adquirida en parte junto a El Mandri de Tetuán, y su prudencia y sabiduría, le permitieron jugar un papel decisivo en el devenir de los acontecimientos que vivió el reino watasida en aquellos años del siglo XVI. Supo ganarse el respeto de los portugueses, y su conocimiento de las tramas de la corte, le llevó a ser protagonista de acciones tan destacadas como la restauración del heredero legítimo del trono de Fez, Ahmed El Wattassi, después de que su tío le usurpara el reino tras la muerte del rey, su padre.

Fue famoso por su trato exquisito a los enemigos capturados, en una época en la que las torturas y la muerte estaban a la orden del día en todos los bandos. Prueba de esta actitud es el enfrentamiento con el comandante Mahfoud, según narró el historiador portugués Bernard Rodríguez, en 1537. Mahfoud asesinó a un huido portugués de Tánger que se había entregado a él para que el condujera a presencia del Emir. Al conocer la noticia, el Emir Ibrahim lo denunció ante el rey de Fez, quien le dio permiso para ajusticiar al comandante personalmente.

Tras la muerte del Emir Ibrahim en 1539 gobernó Chauen su hermanastro Moulay Mohamed Ben Ali Ben Rachid. El nuevo emir continuó las grandes obras de su padre, Ali Ben Rachid, acometiendo la ampliación de las salas de la Gran Mezquita y la construcción del alto minarete octogonal en 1560, así como de una escuela coránica o Madraza (Medersa), que albergaba a los estudiantes de la Gran Mezquita, cuyo edificio tiene forma típicamente andaluza. También se le atribuye la construcción del barrio del Souk (zoco), debido al gran número de refugiados andalusíes que llegó a Chauen, aunque otros señalan como promotor a El Hassan Raisunni, en 1609.

Su nacimiento fue en 1515. En ese momento, la dinastía Saadí empezaba a adquirir importancia y a imponer su poder en el sur marroquí, mientras que en el norte, la situación era deplorable. Mientras tanto, muchos territorios permanecían ligados a los Watasidas, que eran considerados los sucesores legítimos de los reyes meriníes, cuya actitud solía ser bastante noble a favor de la cultura y de la corriente malekita sunní en el país (corriente ortodoxa del Islam).

Conocedor de la compleja situación, Mohamed se puso del lado de los Saaditas, mientras hacía política con los Watasidas. Este doble juego provocó que el rey de Fez, Ahmed El Wattassi, atacara la ciudad en 1541. El emir Mohamed fue vencido y capturado y se libró de la muerte gracias a las peticiones de los ulemas de Chauen, con la excusa de evitar un baño de sangre. El perdón se selló con el compromiso entre el rey de Fez y la hermana de Mohamed Ben Rachid, Saida El Horra, cuya boda se celebró en Tetuán.

Pero hubo una segunda ocasión en la que el emir Mohamed se libró por poco de la muerte a manos del rey de Fez. Ocurrió cuando los saaditas ocuparon Fez en 1579, por lo cual el Emir Mohamed adquirió gran importancia en el país. La recuperación de la ciudad por los Watasidas cinco años más tarde tuvo como consecuencia el encarcelamiento del Emir de Chauen. Tras varios cambios en el gobierno y la alianza saadí con los españoles para vencer a los turcos que amenazaban el norte del Magreb, se decidió destruir el emirato de los Rachid de Chauen, para lo cual Abdallah El Ghaleb Billah envió un ejército que invadiera la ciudad en 1591.

El emir Mohamed comprendió que el fin estaba cerca y decidió huir con su familia y todos aquellos que tenían relación con la familia Alami. Y sin derramar una gota de sangre, se dirigió al exilio. Salió desde el puerto de Targha y se dijo que se dirigió a la Meca y Medina, acompañado de su tío Martín y de su familia, pero nunca se recibieron noticias suyas.

Otro miembro fundamental de la familia Banou Rachis fue la gobernadora de Tetuán, Saida Al Horra, hija también del fundador Ali Ben Rachid. Es una mujer fundamental en la historia de la ciudad, considerada por los chauenís una auténtica heroína. Nació en Chauen alrededor de 1493 y se educó junto con sus hermanos con unos ulemas de Chauen en la cultura de la religión y el saber.

Su padre la casó con su comandante en Tetuán, El Mandri, alrededor de 1510, cuando tenía sólo 18 años y él casi los 50. Esta boda supuso un vínculo de estado, ya que sirvió para consolidar los lazos entre Chauen y Tetuán.

Al Horra gobernó Tetuán, y organizó una importante flota naval que envió a luchar contra los cristianos. Como fruto de la guerra obtuvo una importante fortuna, canjeando prisioneros a cambio de un rescate o vendiéndolos como esclavos, según costumbre de la época fomentada por los mercaderes extranjeros que frecuentaban la región.

Una vez muerto su esposo El Mandri, siguió gobernando Tetuán y como gran experta en el campo político y militar, medió en uniones matrimoniales que aumentaban el poder de su familia y del rey Ahmed El Wattassi de Fez. Por ejemplo, su hermano el Emir Ibrahim se casó con la hermana del sultán. Ella misma acabaría casándose en Tetúan con el rey de Fez, como ya hemos comentado.

El 22 de octubre de 1542, su consuegro Mohamed Hassan llegó a Tetuán y destituyó por la fuerza a Saida El Horra de todos sus cargos y le confiscó toda su riqueza. La gobernadora decidió entonces volver a su casa de Chauen, sin reclamar sus derechos ni posesiones. Pasó el resto de sus en su ciudad natal, hasta que a su muerte fue enterrada en el mausoleo de Sidi Belhsayne, cerca de la casa de su padre.

La Señora de Tetuán supone un caso único en la historia de Marruecos, una mujer que gobernó con independencia y a su antojo durante años una de las zonas más complejas del mundo de la época, en continuo conflicto con españoles, portugueses, nobles marroquíes, turcos, etc. Una mujer que se enfrentó a los hombres más poderosos del momento, hasta que el poder pudo con ella.

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